lunes, abril 24, 2006

¿JUSTICIA CIEGA?


Nos escribe un estudiante de cuarto año de Ciencias Politicas de la U.N.M.S con un analizis por demas inquietante, sobre nuestro sistema penitenciario. de antemano muchas gracias a el_frag@hotmail.com por confiar en nosotros, y recurrir a esta modesta pagina para hacerles llegar su muy interesante aporte. nuevamente gracias y tambien invitar a nuestros conocidos lectores recurrentes a colaborar con lo que mas les apasione sean bienvenidos.
Atte. Gilerin
www.peruyplacer.blogspot.com
Por medio de este breve escrito me propongo resumir las razones que promovieron el surgimiento de nuestro sistema penitenciario, así como hablar de las características de nuestro particular caso actual y el sendero por el que se dirige, y luego de encontrar sus fallas (de haberlas, por supuesto) plantear alternativas que sean comparativamente más favorable para el objetivo que perseguimos.
Primeramente hablemos de las razones que impulsan la creación de cárceles. La razón original para la sentencia privativa de la libertad es la rehabilitación moral del individuo, es decir, una terapia a forma de castigo que en teoría nada tiene que ver con la venganza. Al individuo culpable del delito se le separa de la comunidad para salvaguardar la seguridad de esta, y mediante ese proceso a su vez “limpiar” al sujeto de la corrupción y los males psicológicos que lo habrían impulsado a cometer el crimen en primer lugar.
Habiendo entendido esto rápidamente nos es fácil encontrar ciertos errores de equivalencias entre la teoría y la práctica. Primero está el efecto regenerador. Para todo aquel que haya por lo menos oído alguna vez acerca del estado de las cárceles en casi todos los países subdesarrollados, le será bastante comprensible como es que la regeneración moral no sólo no se leva a cabo, sino que al individuo se le pervierte y transforma de un ser social con problemas de adaptación en un ser totalmente desadaptado, violento, antisistema, degradado, políticamente estéril y miserable. Porque de otro modo no comprenderemos en profundidad lo que estos recintos hacen a las personas, pues no sólo se les priva de la libertad, sino además de las virtudes y el honor, encerrando a todos los males de la sociedad nuestra que todos ayudamos a crear en una misma caja que no diferencia grados ni escalas. Ahí es donde queda todo su proceso de rehabilitación, en el rincón más oscuro y abandonado de nuestras sociedades. En realidad no es difícil darse cuenta como es que el justo método de tratamiento con esas personas se ha convertido en una violenta pero simple venganza, ya sea por los delitos perpetrados o, como es tan obvio en nuestras sociedades, por carecer de los medios económicos para compensarlo.
Quisiera tocar ahora el tema jurídico de este problema, aunque sea de forma rudimentaria, sencilla y quizá para algunos incluso pobre. Lo cierto es que nuestro país no presta demasiada imaginación al proceso de control de la delincuencia en lo que a delitos menores se refiere. Para comenzar, no existe la reincidencia en los niveles más bajos, uno puede robar carteras día tras día, asaltar personas, golpearlas, y así todas las cosas que ocurren diariamente sin que ello signifique que vayan a parar a la cárcel. Estos delitos se tratan individualmente, nunca de manera acumulativa, y así tras pasar unas horas en una carceleta y recibir quizá una breve golpiza de parte de nuestros efectivos policiales, `puede estar de regreso corriendo por las calles y riéndose de la experiencia. Luego tenemos la reparación civil, la multa, aquel monto de dinero que podemos pagar para disculpar nuestras malas acciones y quedar nuevamente como ciudadanos prometedores. Por último, y es algo que tenemos en común con casi todo el planeta, nuestras cárceles están pobremente divididas por categorías, y así se me vienen a la mente la cárcel de mujeres, la de delitos violentos, la de los no violentos y la de máxima seguridad. Entonces juntamos a las vendedoras de drogas con las ladronas y las asesinas, a los violadores con los asesinos “pura sangre” y algunos ladrones con mala suerte, como por otro lado a los acusados por corrupción con los culpados por fraude, y así sucesivamente. Así he presentado tres casos comunes, y no pretendo ahondar más en este sentido.
Por otro lado deseo darle a esta exposición un enfoque filosófico social, si cabe, para decir de una vez por todas el profundo error en que caen nuestras sociedades al importar instituciones, métodos y pensamientos de lugares tan lejanos como ajenos, y con todo esto me refiero a la idea de la privación de la libertad en sociedades azotadas tan vilmente por la pobreza, la pluriculturalidad, la oligarquía y las brechas socio-económicas, cosas todas que valen la pena mencionar al tratar un tema como este. Con todo esto sólo me propongo que salte a la luz el problema de someter a las mismas reglas de juego a partes de nuestra sociedad tan disímiles, y particularmente el tema de la libertad debe ser tratado, aunque con cautela, para poder comprender de qué es de lo que estamos hablando. Francamente, no veo como el concepto de libertad podría tener el mismo impacto para gente capitalina como para pobladores de la sierra sur del Perú, para personas que hablan incluso más el portugués que el castellano como para sectores en los que el Estado está totalmente ausente y muchas veces se han tenido que someter a caudillos terroristas. Sencillamente, libertad no es simplemente poder hacer y decir lo que se quiere, así como democracia no es tener la posibilidad de ocupar algún cargo público. Señores, si vivo en el pueblo más apartado y pobre del departamento de Puno, el ser políticamente aceptable para el Congreso de la república no me vale a mí ni el pan que desayuno con mate, por favor. Si tengo un solo par de zapatos y no sé con qué voy a comer el día de mañana, de qué diablos hablamos cuando hablamos de libertad. Definitivamente, no es la libertad que me va a permitir hacer o decir lo que desee, pues porque más que cualquier cosa en el mundo me gustaría hacer que mi vida estuviera asegurada, que el hambre o una gripe fuerte no vayan a volver por mí en cualquier momento para doblegar lo que me queda de fuerza, y más que cualquier cosa decirle al mundo entero lo que siento sobre la indiferencia de personas que como yo se llaman a si mismo peruanos, pero que no hablan el mismo idioma que yo, que no comen lo que yo como y por encima de todo jamás padecerán lo que yo padezco desde que tengo uso de razón. De esa forma, señores, por favor no hablemos de libertad y democracia como si fueran el pan de cada día, pues definitivamente no lo son. Por ello, regresando al tema que nos concierne, la pena privativa de la libertad no es algo real para aquellos que de libertad mantienen sólo un hilo vago, un vestigio ridículo, y no es pena cuando adentro tienes asegurada la comida que no tenías afuera.
Para concluir esta síntesis de opinión, deseo esbozar de manera bastante particular una hipótesis, una posibilidad que si bien no resolvería todos los problemas del caso, pienso que encarrilaría las cosas a un futuro más provechoso. Como están las cosas actualmente, una prisión no en más que una casa sin puertas ni ventanas, habitada por las gentes más desiguales y normada por un conjunto de reglas bastante propias: por un lado, las de un Estado artificial, y por otro, las reglas “de casa” con mayor legitimidad pero oligárquicas en lo que se refiere al poder del más fuerte. Es, además, una construcción estéril, pues no desempeña ningún papel positivo, y costosa, pues es mantenida precisamente por el dinero de los contribuyente que sí se preocuparon por respetar las reglas de juego. Entonces se me ocurre invertir completamente la situación y las características en las que se encuentra. Primeramente olvidar la idea de venganza y retomar la de rehabilitación, no haciéndolos olvidar lo que es funcionar en sociedad sino readaptándolos a las normas de aquella, y para hacer esto hay que destruir la idea de prisiones establecidas en el centro de las ciudades y construidas a base de ladrillo y cemento y guardias y acero. Si lo que deseamos es reincorporarlos progresivamente a la sociedad que los expulso, creo que una buena alternativa sería establecer prisiones en el campo, que reemplacen en parte el efecto de los muros por el de la distancia y el peligro; no hacerlos sentir cómodos a los señores de las prisiones actuales e indefensos a los menores de las mismas, sino presentarlos ante algo más abrupto y salvaje que ellos mismo, algo que les exija encontrar los beneficios de la ayuda de comunidad. No estoy diciendo que se les debe ensayar un “reality show” ni mucho menos, sino sencillamente ubicarlos en un ambiente donde el trabajo responsable y útil no es una opción sino una condición de vida, esto vigilado por supuesto por personas preparadas tanto física como psicológicamente. Por otro lado, si queremos poner las cosas en el lugar que les corresponde, no se debe tratar a todos los delincuentes por igual, sino más bien dividirlos por áreas correctamente estudiadas y establecidas dónde se pueda ubicar una forma rudimentaria de democracia basada en el enfoque de la fuerza, es decir, dónde todos los penados sean más o menos lo mismo y por ello puedan encontrar y respetar la base de igualdad, tan necesaria para su reinserción en la sociedad. En tercer y último lugar, se debe desaparecer su estatus parásito y estéril, y reemplazarlo por una alternativa de auto solvencia económica, que liberaría económicamente a los contribuyentes aunque sea en parte, crearía mejores ambientes carcelarios e incluso podría permitir que los presidiarios salientes puedan hacerlo con un poco de dinero acumulado por el trabajo realizado, y así no salir directamente a la lucha desprovisto de opciones positivas. En todo esto encuentro como buena solución, en especial para nuestro país, los trabajos forzosos en agricultura dirigidos por el propio ministerio como mano de obra para proyectos estatales, quizá incluso dirigido para producir bienes alimenticios para comedores populares.
Finalmente, es de importancia resaltar que lo último expuesto ha sido no con un deseo ingenuamente optimista sino como un intento positivo que todos debemos ensayar, no sólo en este sino en cualquier materia del Estado, para encontrar vías alternas que se acerquen más a nuestra realidad propia, para de esa forma ir descartando esquemas fallidos y obsoletos traídos a nuestras comunidades en décadas y siglos pasados por personas alienadas y carentes de cualquier comprensión en lo que a nuestra verdadera cultura se refiere, así como también plantear la esperanza que en la lucha por la evolución de nuestras instituciones puede definir el futuro de todos nuestros hijos. He intentado ser lo más sistemático posible, manteniendo la simplicidad y brevedad propias de este tipo de escritos. Espero que sea pie de opiniones abiertas y fundamentadas, así como de debate y construcción.

viernes, abril 21, 2006

Cambiemos, por favor cambiemos

Ante tanto alboroto electoral, se me vienen a la mente unas preguntas,

  1. hasta cuando los gobiernos van a servirse del dinero del estado Para beneficio propio?
  2. Entrara algún día una persona con vocación de servicio?
  3. Se ocuparan realmente de las necesidades del país?
  4. Los peruanos dejaremos de ver al gobierno como un salvavidas?
  5. Dejaremos por siempre que las empresas extranjeras, llámense mineras se lleven los recursos que nos pertenecen para enriquecerse, dejando al pueblo en la miseria de siempre, y tristemente aplaudirlas por las miserias que le dejan al país por canon minero, que a fin de cuentas es arrojarle monedas a los mendigos o sea a los peruanos?
  6. Tendremos algún día congresistas respetables?
  7. Se convertirá siempre en un circo las campañas presidenciales?
  8. algún día nuestros policías, maestros y médicos, ganaran como congresistas, como realmente se merecen?
  9. A quien beneficia la carrera armamentista que llevan los países latinoamericanos, y manejados por quien?
  10. Cuantas viviendas y hospitales se pueden construir con el costo de un avión de guerra?
  11. Dejaremos de ser un país mediocre y chicha, lleno de racismo y desadaptados, y lleno de resentidos y acomplejados sociales?
  12. Hasta cuando dejaremos que se desangre el país sin que nadie haga algo por salvarlo?
  13. Quienes financian las campañas presidenciales?, acaso oportunistas que a fin de cuentas son los que siempre logran enriquecerse a costa del dinero de los peruanos, a cambio de favores con el estado.
  14. No tengo dudas que hay candidatos que quieren hacer algo por nuestro país pero pregunto y el entorno podrido que los rodea tendrán acaso la misma vocación de servicio y el desprendimiento de dar por su país? Ja



Tengo muchas interrogantes más, pero la rabia de que siempre nos agarren de cholos ignorantes no me lo permite.
Basta de abusos, los peruanos merecemos algo mejor, pero tenemos que cambiar nosotros mismos, empecemos por nuestras casas y lograremos un Perú mejor.

empecemos a exijirles a nuestros gobernantes que cumplan su rol, ellos estan para servirnos y servirle al pais no para servirse de el.

tomemos las riendas de nuestros destinos, exijiendo transparencia en los procesos y las administraciones.

tenemos la obligacion de informarnos, sobre los cambios en las empresas del estado y quienes entran a trabajar en ellas, cuales son sus gastos, y que movimientos financieros tienen

basta de arreglos debajo de la mesa, precionemos para que nunca ocurra esto

si alguien merece tener sueldos dignos son las personas que realmente trabajan por nuestro pais estos son:

  • los policias, obligados a coimear, ¿y quien no?, si con el sueldo de hambre que tienen no pueden ni alimentar a sus familias, aun cuando arriesgan sus vidas por nosotros. buenos sueldos para los policias pero tambien exijimos policias honrados, respetuosos de las leyes y de los ciudadanos.
  • los maestros, que son los que educan a nuestros hijos quienes heredaran el pais que les dejamos, pero maestros preparados, con vocacion de educadores, que sepan que tienen lo mas valioso de este pais, la oportunidad de formar las mentes de nuestros futuros ciudadanos
  • los medicos, que tanto necesitamos, pero medicos que realmente se preocupen de nuestra salud y no que nos dejen morir en una sala de espera.
  • los jueces y fiscales, encargados de la justicia invaluable, sueldos justos para ellos, justicia para los peruanos.

empecemos por algo, falta aun mucho por recorrer.